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Gauchito Gil

 (usaba pañuelo celeste, no rojo )

 

 
Un mural con una representación tradicional de Gauchito Gil en un barrio periférico de Rosario.

El gauchito Gil es una figura mitológico-espiritual, que ha adquirido casi categoría religiosa, objeto de devoción popular en la Argentina. Su fundamento histórico está en la persona del gaucho Antonio Mamerto Gil Núñez (Pay Ubre, Mercedes, provincia de Corrientes, ca. 18408 de enero de 1878), de quien se sabe poco con certeza.Y UTILIZABA pañuelo CELESTE, no rojo, dado que era muy de la Patria y sabemos y hemos sido testigos de las "modificaciones" que se "ordenaron" desde el exterior (aunque usted no lo crea) (...) .-

Las historias populares varían pero, en términos generales, la leyenda cuenta que Antonio Gil fue un gaucho trabajador rural y que una viuda adinerada se enamoró, o tuvo un romance, con él. Esto le hizo ganar a Gil el odio de los hermanos de la viuda y del jefe de la policía local, que la había cortejado. Dado el peligro, Gil dejó el área y se alistó para pelear en la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay. Luego de regresar, fue reclutado por los federales para pelear en la guerra civil contra los unitarios, pero desertó.

Finalmente capturado, fue colgado de su pie en un árbol de algarrobo, y muerto de un corte en la garganta. Gil le dijo a su verdugo que debería rezar en nombre de Gil por la vida de su hijo, quien estaba muy enfermo; el verdugo así lo hizo y su hijo sanó milagrosamente. Él le dio al cuerpo de Gil un entierro apropiado, y las personas que se enteraron del milagro construyeron un santuario, que creció hasta hoy día.

En otra versión Gil era un abigeo, de gran generosidad con los pobres. Reclutado para combatir en la guerra de la Triple Alianza, desertó y fue perseguido. Cuando lo capturaron, un comisario estaba a punto de dispararle debajo de un árbol, y el Gauchito Gil dijo: "no me mates, ya va a llegar la carta de mi inocencia", a lo que el comisario respondió: "igual no te vas a salvar", y el Gauchito dijo: "cuando llegue la carta vas a recibir la noticia de que tu hijo está muriendo por causa de una enfermedad; cuando llegues reza por mí y tu hijo se va a salvar". Al llegar a su casa el comisario rezó por él y su hijo se curó.

Actualmente, el santuario construido en el emplazamiento de su tumba (ubicada a unos 8 km de la ciudad de Mercedes) recibe cientos de miles de peregrinos cada año, especialmente el 8 de enero, el aniversario de la muerte de Gil. El culto del gauchito Gil se ha propagado no sólo por Corrientes sino también por la provincia del Chaco, norte de Santa Fe e incluso en la provincia de Buenos Aires. Se pueden distinguir pequeños santuarios del gauchito Gil a la vera del camino a través de toda Argentina, caracterizados por poseer multitud de banderas rojas

 

Imagen popularizada entre los seguidores del Gauchito Gil.

La estampa se vende en Santerías y viene con una oración impresa al dorso.

Antonio Mamerto Gil Núñez, correntino mercedeño, vivió al margen de la ley, obligado por las circunstancias, según los sostenedores del mito. También se le adjudica la conducta de robar a los poderosos para ayudar  los pobres. Estimo que por su fuerte y decidido amor a la libertad, que no obedecía obsecuentemente a los "señores" de su época, ganó la simpatía de muchos anónimos y resignados correntinos, que vieron en él, su reivindicación. Siempre contó con la protección de sus paisanos, que no sólo lo escondían de la policía, sino que disimuladamente dejaban un caballo de refresco, ensillado "por si lo precisa Gil". Cada 8 de enero, en el Paí Ubre, una encrucijada de caminos cercana a la ciudad de Mercedes, Corrientes , se dan cita miles de devotos creyentes en los favores y mercedes de este santo pagano. Además es costumbre por todos los camioneros o conductores que pasen frente a su santuario, tocar bocina para saludarlo, o detener la marcha un momento para elevarle oraciones. Llevan como souvenir cintas rojas que luego colgarán dentro de la cabina de manejo, estampas, o eligen entre una enorme variedad de objetos preparados en el mercado paralelo al de la fe que allí florece. El 8 de enero, aniversario de su muerte, los administradores del culto (particulares) llevan la cruz del santuario hasta la iglesia de Mercedes. Una vez bendecida, es traída en procesión hasta el lugar del rito, donde comienza el incesante desfile de creyentes que depositan ofrendas de todo tipo, y se dejan llevar por el clima de fiesta, cantando y bailando al compás de alegres chamamés que interpretan conjuntos profesionales y aficionados. 

Una leyenda justifica tanto fervor, y ésta está preñada de elementos católicos, cuya iglesia, a pesar de negarlo como culto oficial, ve con buenos ojos y además contribuye a la expansión del mito. Dicen que por razones políticas, Antonio Gil debió huir a los campos, acosado por poderosos estancieros que quisieron embarcarlo como combatiente en las luchas de las fracciones políticas de Corrientes de la época, los Azules y Colorados. En la clandestinidad, carnea animales de las estancias para comer, y de paso invita a los pobrísimos gauchos lugareños. Sorprendido por la policía, una partida lo llevaba a la ciudad de Goya para su juzgamiento. Al estilo de la época, el jefe de la partida, para evitar el agotador viaje a caballo, decide ejecutarlo, total informaría "intento de fuga". El suboficial se apresta a degollar a Antonio Gil, previamente colgado de sus pies a un algarrobo, cuando el reo le dice que espere, que un chasque traía la orden de liberación, lo cual no es escuchado. En realidad, un antiguo jefe político había conseguido el  perdón. Cuando nuevamente el policía se dispone a ejecutarlo, Gil le informa que deberá invocarlo en sus rezos al llegar a su casa, para salvar al hijo que estaba muy grave de salud. La brutal matanza se lleva a cabo. A los pocos minutos llega el mensaje con la orden de liberación, pera ya era tarde. También el agente al llegar a su casa comprueba la gravedad de la enfermedad de su hijo. Reza a Gil, y milagrosamente el niño sana. Cuando estos hechos son relatados, la noticia corre como reguero de pólvora y al lugar del asesinato llegan sinceros y sencillos habitantes para pedir gracia al milagroso gaucho. El mito crece a ritmo sorprendente y llega a nuestros días, con una proliferación de santuarios, no solo en Corrientes y Chaco, sino en el norte santafecino y provincia de Buenos Aires.

Los administradores del culto, hábilmente, venden folletos contando otra historia que afirma más la fe de los devotos. Por supuesto se encargan de contarla boca a boca. Dice esta leyenda, que cuando comenzaron a llegar los seguidores de Gil a la tumba, el dueño de la estancia La Estrella con campos contiguos a ésta, consiguió permiso para trasladar los restos  del gauchito hasta el cementerio de Mercedes, aduciendo rotura de alambres y excitación de la hacienda. Llevado el cuerpo al cementerio urbano, comienzan las penurias para el estanciero. Mueren inexplicablemente sus animales, se enferman miembros de su familia, azotan sus campos tormentas y toda de clases de inconvenientes no lo dejan descansar. Convencido de que se trataba de un "mensaje", trae los restos a su lugar de emplazamiento original, terminando milagrosamente todos sus males.


 

 
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